Capítulo 10: ❝¡Chúpate esa!❞
- Enyelmen
- 14 may 2018
- 4 Min. de lectura
Autor: Chai Jidan Traducción inglés: AnhNguyen12332
Traducción español: Enyelmen
『♡』
A la mañana siguiente, tan pronto como Xia Yao salió de su casa, su bicicleta estaba apoyada en la pared.
Estaba en absoluto perfecto estado, notó que la cadena había sido reemplazada y las partes rotas revisadas. Xia Yao vagó con los ojos la calle y suspiró fríamente. No había señal de Yuan Zong.
―Al menos hiciste algo que una persona normal haría.
Impotente, la cautela de Xia Yao sobre el rasgo de Yuan Zong lo llevó a la decisión de no viajar al trabajo en su bicicleta. ¿Qué si él ha estado tramando algo? Su vida y seguridad no estarían aseguradas.
Eventualmente, los patines se convirtieron en su alternativa.
Contrario a lo que había usado el día anterior, el vestuario de Xia Yao estaba complementado con engranajes protectores. Tan pronto como él llegó a la entrada del departamento, Xia Yao corrió a través de algunas colegas femeninas. En el momento en el que él desapareció de sus vistas, las damas comenzaron a conversar:
―¿Qué le pasa a Xia Yao? Ayer, él manejaba una bicicleta. Hoy, ¡él está sobre unos patines!
―Quieres decir... ¿él tiene sentimientos por mí?
―¡No! ¡Chica tonta!
―...
Xia Yao regresó a su propia oficina, sacándose los patines, poniéndolos abajo justo en frente de su visión, Vamos a ver cómo tendrás una oportunidad para molestarme.
Al final del día de trabajo, Xia Yao se puso los patines, patinando plácidamente a lo largo y ancho de las calles, pasando a través del callejón más estrecho como si ningún dilema pudiera hacer peso en él. ¡Persígueme si tienes las agallas! ¡Venga, sígueme! Me aseguraré de que no veas siquiera mi vaga sombra.
Después de unos pocos días, Xia Yao finalmente pudo sentir la alegría de no ser retenido por la supervisión de otro, como sentir la libertad que era frecuente en su camino a casa. ¡Un placer que hizo el corazón de Xia Yao romper en llanto! Tan feliz estaba que él incluso comió un tazón de más en la cena.
Tristemente, a medida que la noche iba cayendo, apenas Xia Yao había bajado las persianas cuando la vista de una cara le pegó un susto tremendo, y le hizo dar tres pasos hacia atrás.
Después de jadear por aire, él ganó el coraje y la compostura suficiente para ir hacia la ventana y gruñir, ―¡Vete a la mierda!
Fue un gruñido aterrador que hizo que el pobre myna de la colina se sacudiera en su minúscula jaula.
La señora Xia corrió hacia la habitación de su hijo y golpeteo la puerta con preocupación, ―¿Está todo bien?
Xia Yao cerró las cortinas con resentimiento, llenándose de serenidad por un momento y contestó, ―Está bien, mamá. Puedes irte a la cama ahora.
No fue hasta que la madre de Xia Yao se dio la vuelta que este se sentó en su cama para meditar. La distancia entre su cama y la ventana era una fortuna, dado que la habitación de Xia Yao tenía una anchura aceptable. De otra forma, esos asquerosos ojos serían una pesadilla que atormentaba su espíritu.
¿Por qué no podría tal parasito de hombre, con piel tan gruesa como la de un rinoceronte, desaparecer de la faz de la tierra? ¿Por un regalo ordinario?
Sería mucho mejor que ese bastardo botara ese regalo, entonces le dijera a su hermana que Xia Yao había tomado el regalo.
¡Hijo de puta!
Después de calmarse, Xia Yao no podía luchar contra el impulso de mirar hacia la ventana. Curiosamente, él alegó que Yuan Zong debió haberse ido, ahora que una hora entera había pasado.
Sin seguridad, Xia Yao caminó en punta de pies hacia la ventana, espiando a través de la grieta de las cortinas.
Entonces, por esa grieta Yuan Zong se encontró con la mirada de un hermoso ojo rasgado que no pudo ocultar su reserva. Después, el otro ojo se expuso, acompañado por el puente alto de una nariz, labios suaves, una firme barbilla y un apacible contorno de la cara que desencadenó una ira irresistible.
Finalmente fue el "psh", sonido de las ventanas cerrándose, seguido por el sonido de unas pisadas fuertes.
El día siguiente, antes de ir al trabajo, Xia Yao metió dos nuevas baterías en la máquina de lectura, activándola entonces la colgó cerca de la caja del myna.
La máquina repetía la frase de Xia Yao que grabó la noche pasada, "¡Vete a la mierda, vete a la mierda, vete a la mierda...!"
Esa noche, como es usual, Xia Yao viajó a casa en sus patines, dejando a Yuan Zong tan atrás como era posible. Una vez llegó a casa, después de la cena, Xia Yao le pasó el testigo¹ a su "amplificador real".
A pesar de la no aparición de Yuan Zong, el pequeño myna no pudo evitar cambiar. Por supuesto, con la llegada de Yuan Zong, las palabras del myna se endurecieron, "¡Vete a la mierda, vete a la mierda, vete a la mierda...!"
Xia Yao fue capaz de ver ese insultado rostro que no podía inhibir su propia vergüenza y lástima. ―¡Chúpate esa! ―Xia Yao rió entre dientes.
『♡』
¹Testigo (también llamado testimonio): en este caso, es la barra cilíndrica que se usa en las carreras de relevos y que los corredores se pasan para turnarse.
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